Hay ascensores prohibidos donde mis anclajes pararon los quejidos.
No dejes de estrellar las llamas enganchadas a tus vértices.
Sentir en el interior los dardos hundidos en el dolor del costado.
Juguemos a ser dos gatos que no quieren dormir.
Me moriré de ganas de decirte...
No hay comentarios:
Publicar un comentario